Dicotomías existenciales.
En mi realidad habitual he pasado un mediodía disfrutando una idílica piscina en la que no estaba más que yo, porque persiste el viento del NE y gracias a ello las temperaturas diurnas continúan sin superar los 20º. El cuerpo no pide bañador sino manta eléctrica.
Mientras en mi realidad uto-dis-tópica, mi yo más lanzado y putón verbenero ya ha contratado la cabina telefónica voladora sideral del Doctor Who - mejor conocida como "Tardis"- para un viaje rapidito y sin escalas a mi nuevo paraíso perdido personal...¡Kapingabanana!...
...digo marangi...
Vistos los rostros a elegir del Doctor y que ninguno conseguía dar el perfil adecuado ( pensando en mi concepto de "viaje bien aprovechado" ejem-ejem ), he conseguido contratar como auxiliar de vuelo a un compañero esporádico del Doc que me pone mucho más y con el que el trayecto va a resultar mucho más interesante: ¡el mismísimo y simpatiquísimo Jack Harkness!
Jack, enseña la patita...
¿Qué me dices?...¿que Jack tiene escasas posibilidades de escapatoria encerrado en una cabina telefónica con un tio salido? Lamentablemente no va a ser tan fácil dar rienda suelta a mis deseos deshonestos: la Tardis es más grande por dentro que por fuera, y su interior tiene el aspecto y las dimensiones aproximadas de un puticlub de lujo:
Interior de la Tardis.
Fíjate si no tiene sitios Jack donde esconderse...
Lo único que me resta es averiguar la respuesta a una importante pregunta:
¿Aceptará mi Sex-Machine la propuesta de dejarlo todo tirado y largarse conmigo al Fin del Mundo?
"¿Te vienes a Kapinmarangui, bollazo mío?"
"No sé-no sé...¿eso no suena como a burundanga?"
Ay...
Es que si él no viene, ¿qué hacemos?
Pues estar bien, ¿no Conchi?