miércoles, mayo 24, 2006

ANGELES


La inmensa mayoría de la gente cuando piensa en ángeles se imagina a tíos bien plantados con un par de hermosas alas blancas y poderes especiales con los que hacer pequeños milagros y conseguir hacer más felices a los seres humanos...

Bueno...

No es imposible que existan, es más, me gusta creer que los hay y que algún día puedo encontrarme con alguno... Pero la realidad es más prosaica y un poco más complicada.

Cuando los ángeles llegan a este mundo suelen tener que optar –no sé si está así estipulado o es que resulta mejor a efectos prácticos- por una apariencia discreta, anodina, procurando no llamar la atención y realizar su labor casi sigilosamente, porque lo bonito es que uno no perciba que un ángel ha entrado en su vida hasta el momento en que el ángel sale de ella. Entonces pasas revista a los acontecimientos, recuerdas este o aquel detalle y percibes la magia... probablemente es mejor así, si la gente supiese que ese desconocido es un ángel que viene a ayudarle en tal o cual situación, en muchas ocasiones el mensajero haría que se perdiese la atención en el mensaje, se perdería de vista “el fin” para centrarse en los medios.

El problema es que en este entrelazarse de existencias humanas y angélicas se produce una contaminación cruzada, y los espíritus de los ángeles se llenan de efluvios humanos. Los sentimientos y las pasiones de los hombres penetran poco a poco en ellos, los ángeles se hacen demasiado humanos, pierden su celestial objetividad y empiezan a amar y a odiar, aprenden a reír, a llorar, comienzan a sentir dolor cuando caen y experimentan el difícil proceso de levantarse y continuar la marcha... se enamoran de la vida y llegan a morir... Estos ángeles embriagados de humanidad se pierden en el mundo y no son capaces de recuperar el Norte, pasan la vida buscando la misión que un día extraviaron y muchos mueren sin recordar la razón por la que un día fueron puestos en la Tierra. Esto implica que haya una infinidad de situaciones inconclusas, y quizás explica porqué ocurren tantas cosas terribles en el mundo sin que nadie intervenga para evitarlas...

Del mismo modo quizás por un mecanismo compensatorio hay seres humanos que se convierten en auténticos ángeles para la gente que les rodea, son esos seres especiales que tienen la virtud de hacernos sentir bien. A veces toman la forma de personas conocidas, a veces son seres anónimos que se cruzan un momento en nuestra vida y nos dejan un instante de magia. No siempre tienen que ser acciones espectaculares, heroicas o abnegadas, muchas veces, las más, son detalles casi insignificantes: esa sonrisa a tiempo que convierte una mañana terrible en el principio de un buen día... una palabra amable... un simple gracias que te hace valorar más tus propias acciones y te inspira el propósito de hacer las cosas lo mejor posible, aunque solo sea para oír otra sincera expresión de agradecimiento... una caricia, un apretón de manos, una mano que oprime tu hombro afectuosamente... A veces es una carta largo tiempo esperada, a veces una llamada de teléfono de una persona apreciada... Hay tantas pequeñas formas de hacer sentir especiales a la gente que nos rodea, ¡y nos cuesta tanto llevarlas a cabo!... ¿porqué causamos tanta amargura aunque sea de modo involuntario?...

Este ángel que os habla no se encuentra ni en un lado ni en el otro, está pasando una temporada en la montaña, aprendiendo, sufriendo a veces un poco, calmando el dolor con la ayuda de palabras, estudiando el amor, los sentimientos y las obras que originan sensaciones hermosas en nuestras almas. Esta montaña está llena de ángeles, algunos más humanos que otros pero todos embarcados en la búsqueda de la belleza, no solo para nuestro crecimiento interior, sino para intentar llevar belleza a la vida de los que nos rodean. Para que los caminantes que atraviesan la montaña sientan el deseo de sentarse un momento a escuchar estas voces, que a veces suenan tiernas y otras suenan tristes, pero que siempre ayudan a experimentar un instante de hermosura en el espíritu del que escucha, porque salen directas del corazón...

...se que llegará el día en que la Montaña, como una gran sacerdotisa, nos considere suficientemente preparados y extienda sus brazos, para que continuemos vuelo después de hacernos un poco más grandes y un poco más sabios. Habremos aprendido algo sobre el Amor Verdadero, sobre el valor de una palabra hermosa o una cálida sonrisa, y quizás nosotros mismos podremos perpetuar esta cadena y seguir creando esos “casi ángeles” que hacen el mundo más bello en torno a nosotros.
Ese día será un poco triste, tendrá un poco de despedida. Pero la vida seguirá después de la Montaña, y lo que aquí ha nacido perdurará para siempre...

Este pequeño ( o no tan pequeño, diablos, siempre se me va la mano con las teclas ) cúmulo de reflexiones personales queda dedicado a todos los habitantes de esta montaña mágica en la que nos encontramos –todos sabéis quienes sois, no hace falta decir más- y a todos los caminantes que encuentran en estas hermosas laderas un lugar para el descanso.

A todos, gracias por existir.